Caricias descienden,
van penetrando pieles
tan suave y tan profundo,
que extasiadas se expanden viciosas
sobre el tiempo detenido,
suspendiendo del infinito los cuerpos.
Antes que párpados caigan,
antes que labios rocen,
el beso ya ha nacido y corriendo desdoblado va por venas
hacia bocas inquietas,
para allí unirse
y fusionar todo lo que paso a paso fue recogiendo,
para que cada uno sienta al otro como propio
en uno mismo, en el otro.
Brisas temperamentales
provocan el movimiento de otros mundos
en los que una y otra vez
nuestras almas se sumergen
sintiendo que la ola
se forma
se arquea
y rompe
mezclándose con la espuma y la fantasía real
del amor.
.
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