sábado, 12 de abril de 2008

EL BESO

Resisto al revoloteo de sus labios seductores,
carne viva del amor arrepentido,
frescura madura que depositará en los míos
el destierro de la tierra de los enojos.

Se van y vuelven sin nunca irse
haciéndose piel en mis propios labios,
traspasándome hasta liberar de ahogo mis sentidos.

Y a su mundo regreso de las tinieblas,
recostado en la mullida médula de su ternura
con sus dos lunas mi alma iluminando.

Besado.

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