Ya no puedo mirarte a los ojos
por temor a que en los míos
tu propia imagen veas
y no es reflejo ni espejo,
es que yo,
nada más veo.
Desde lo más profundo de mí la voz disimulo,
para que el grito vestido de amor desbordado
quebrado no oigas,
o que sepas,
que tus minutos de ausencia,
tu rostro tallan,
en mi mente
de tu perfume presa.
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